Ese momento en el que llegas a la central de autobuses; una mañana tan fría como los días que anuncian el invierno, con esa sensación de sueño y cansancio sobre la piel, con esas ganas inmensas de llegar a tu destino y esa incertidumbre de no saber quien ocupará el lugar vacío a tu lado...y ese momento en el que te das cuenta que en la sala de espera se encuentra un rostro divino, inalcanzable y deslumbrante. Ese momento en el que la imaginación vuela y recorre paisajes brillantes, noches ardientes y destellos de amor...y ese momento en el que el sueño termina y nombran que llegó la hora de salida, te acercas a la fila, tomas tu asiento y observas aquel lugar vacío, pensando ¿Llegará algún hombre alto y coloquial? ¿Una señora despampanante que ni siquiera te dirija la palabra? ¿O será acaso algún joven apuesto y galante? y sentir esa incertidumbre y hasta un poco de emoción, ver a la gente pasar y pensar... ¿será ella, será él? y ver como pasan de largo...claro, muchas veces uno termina yendo solo con su propia alma, pero siempre se encontraba esa emoción en aquel instante.
Y entonces entra un chico encantador y no puedes hacer más que pedir un poco de suerte; pero claro, debería ser algo así como el destino, pues entre tantos asientos vacíos...¿qué podría pasar? y entonces se acerca buscando y se da cuenta que ha encontrado su lugar, ahí parado frente a ti, te regala una sonrisa y no puedes hacer más que dar las gracias al cielo divino por semejante coincidencia. sonríes, te levantas y pasa a tu lado...te es imposible disimular una sonrisa, pues tu alma grita aquel deseo hecho realidad. Lo observas y te das cuenta de que sus ojos son los más maravillosos que jamás has visto, que sus manos lucen viriles y fuertes, su cabello es del color de un ángel y que esa sonrisa es la más dulce que contemplaron tus ojos...¿cómo, de entre todos estos asientos, ha tenido que escoger este? te preguntas incesantemente, de pronto voltea y te mira, no sabes que hacer, comienzas a sentir que el corazón te revienta, y entonces te dedica las más bellas palabras de presentación, escuchas su nombre y le das el tuyo, ambos sonríen, y entonces comienza, una de las platicas más profundas y espontaneas, más divertidas y brillantes, ¿Irá al mismo destino? te preguntas. Y entonces aparece la primera parada, se miran en silencio y entonces sin en realidad quererlo, él tiene que partir, se disculpa y se despide, te dice que ha sido un placer y espera volverte a ver...ves su silueta desaparecer y entonces te queda el dulce recuerdo de aquel momento, que aunque pequeño, el más radiante en días, semanas o quizá meses; y entonces te preguntas ¿Qué pasará en la próxima estación?...
GiiniiZz!!!***
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